Mi personaje y yo (3): Pubertad, adolescencia y constitución del personaje: área de poder
Retomamos la historia del personaje. Está ahora atravesando la pubertad y adolescencia. En estas etapas claves de la biografía de todo ser humano, el personaje que viene ya prefigurado desde la relación familia a lo que se ha añadido el impacto escolar, sufre un profundo tambaleo. El personaje del puber tratará de reafirmarse con más motivo puesto que sufre la inevitable necesidad del cambio psicobiológico de esta edad. Va a recibir estímulos muy variados de su familia y de esa otra importante matriz que es el grupo de compañeros. Mensajes de amor, de desamor, luchas de poder, todo ello con una enorme complejidad, influirán en los nuevos matices al personaje, más que en una mayor o menor fuerza o intensidad del mismo.
- El difícil surgir de la Identidad
Ya en la adolescencia puede dispararse a una cristalización cuasi definitiva que ya vive y comienza a identificar cómo su identidad, con una confusión entre falso yo y verdadero yo, que puede persistir durante toda la vida si no surge cualquier situación importante que lo ponga en crisis. Lo más frecuente es que los choques, las dificultades que se crean en lo sucesivo por los conflictos que surgen en el entronque del personaje con la realidad del entorno, lleven al sujeto a sufrir síntomas de angustia, miedo, despersonalización y muchas otras que le suelen llevar al uso de psicofármacos, en el peor de los casos a cuadros de adicciones o de graves perturbaciones conductuales y, en el mejor de los casos, a una revisión a través de una psicoterapia que puede ayudarle a la crítica de su personaje, de su falso yo y al encuentro con su verdadero yo.
- Patología del poder: la personalidad luciferina
A través del desarrollo anterior se apunta que el personaje nace de una adquisición por parte del niño de roles complementarios que pertenecen al orden del área del poder. El personaje que se va constituyendo y reforzando se mueve dentro de esta área del poder. El yo puede estar oculto, suplido de un modo habitual por este falso yo, pero en otras ocasiones el sujeto vive y se relaciona en distintas situaciones sea desde su yo, sea desde el falso yo, con todas las combinaciones posibles. La presencia del personaje provocando incidencias negativas de muy variado tipo da lugar a una variada patología, patología del poder.
Esta patología es tremendamente variada, desde la manifestación en forma de una personalidad egocéntrica, vanidosa, dominante, exigente, lo que denomino en mi obra Las relaciones de poder, una personalidad luciferina, hasta cuadros neuróticos variados, sea de un sencillo cuadro de angustia que llegan a sufrir crisis de pánico, a los más variados síndromes, hipocondríacos, fóbicos, obsesivo, y como consecuencia de la exigencia y la tensión angustiosa síndromes del mal llamado stress, como consecuencia del exceso de exigencia que lleva al agotamiento del síndrome de adaptación descrito por Sellye, y también de modo frecuente cuadros psicosomáticos de toda índole. En todos los casos aparece la inseguridad, la angustia, las dificultades de relación y, en último término, el círculo vicioso de intentar la compensación, la superación, lo que he denominado posición del poder dearriba y, la caída a la posición de sufrimiento, incluso victimismo, que denomino posición de abajo. Es lo que he denominado círculo luciferino en un proceso constante de retroalimentación.