Mi personaje y yo (5): ¿Para qué?

Concluimos nuestro viaje en el que hemos visto como un haz de roles complementarios patológicos, constituidos como un falso yo dan lugar a lo que hemos dado en llamar PERSONAJE.

  • Factores a considerar para entender para qué se mantiene el PERSONAJE

Nos centramos en el para qué, y perseguimos de modo primordial el sentido que ha tenido para el sujeto mantener el personaje hasta hoy. Cuando este punto va quedando claro, es importante elaborar una serie de factores que surgen de modo inmediato, como son:

  • En qué momento comenzó a nacer el personaje y cómo se fue consolidando a lo largo de los años. Factores que lo fueron reforzando o disminuyendo.
  • El temor a prescindir de la cobertura que ha surtido tal personaje, aunque racionalmente se desee dar este salto. Los temores que surgen son quedar vulnerable, “desnudo”, frágil, etc. La respuesta vendrá sobre todo a través de la dramatización de distintas situaciones de la realidad actual, tanto desde “el personaje” como sin él, contrastando los resultados.
  • El temor a la no aceptación por las personas del entorno. “Este no es mi hijo…”.
  • Contemplación simbólica del PERSONAJE
  • Suele ser de una gran ayuda sugerir contemplar el personaje y el verdadero yo, con una visión simbólica. Para ello, trabajando con sillas enfrentadas, situado en una de ellas el falso yo y, en otra el verdadero yo, se sugiere cerrar los ojos, desde cualquiera de las dos posiciones, y dejar que venga a la imaginación quién está en la silla de enfrente, con forma de animal, vegetal u objeto. Se cambia de asiento y se repite lo mismo, sobre el “sujeto” que está en la silla de enfrente. Esta técnica suele causar un gran impacto emocional, terminando de profundizar viviencialmente en la diferenciación de personaje y verdadero yo.
  • Salir del espacio de las sillas y contemplar, desde un yo observador a las dos partes y sugerir hablar de ellas y a ellas, perfila aún más la profundización sobre todo lo anterior.
  • Hay ocasiones en que el sujeto remite a otras edades más avanzadas que la infancia, por ejemplo la adolescencia, el nacimiento del personaje. Un buceo en la infancia suele mostrar como el cimiento del mismo ya aparece en los primeros años.
  • Conclusión

Estas vías de intervención activa vivencial surten de una comprensión transversal y trangeneracional del “sentido” de la construcción y desarrollo del personaje y de su disfuncionalidad a partir de comenzar a proporcionar conflictos relacionales en el “intra” y en el “inter

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